Delhy Tejero
Toro, 1904 – Madrid, 1968
La pintora Delhy Tejero dejó escritos unos bellísimos diarios o cuadernines, como ella los llamaba. Empezó a escribirlos en 1936 cuando la guerra la sorprendió de vacaciones en Marruecos. Continuó hasta el final de su vida. Delhy Tejero ya era en la década de 1930 una mujer moderna y emancipada. Había completado su formación en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, trabajaba como dibujante y se había hecho un nombre en la pintura. Después de la guerra, su propuesta pictórica avanza a la estilización. La geometría, el color, la imagen femenina y lo popular así como la autoría de la mujer apuntalan su impresionante legado.
Hola...
Ahora que he aprendido a ser libre, puedo estar en cualquier sitio.
Delhy Tejero empezaba sus cuadernines con el mismo ritual: les ponía nombre, besaba la primera página con los labios pintados de rouge y derramaba un poco de café. Luego dejaba que sus pensamientos fluyeran libremente en la página. Escribía sobre cómo sentirse libre y cómo alcanzar la síntesis tanto con el lápiz como con el pincel. En la vida como en el arte, para ella, se imponía dejar atrás lo material y accesorio para que el espíritu, solo y pobre pero libre, hablase en el lienzo y en la página.
Y sin embargo la pintura, la bella pintura, es imposible cogerla.
Desde la libertad experimentada por quien disfruta del arte como camino de vida, Delhy declara su inmenso amor a la pintura y también manifiesta un inmenso respeto al arte. La pintura es más grande que ella. Esa grandeza implica la aceptación agradecida del espacio de creación y expresión que la pintura le da. Sin la pintura, su experiencia vital y su comunicación con los demás no sería camino. Gracias a la presencia de la pintura en la vida ella camina sintiendo.
Yo pinto con ilusión siempre y creo que las modalidades, conceptos, no se queman, no tienen meta. Se puede volver a etapas anteriores porque eso es la libertad del artista...
Delhy Tejero manifiesta su curiosidad ante la muerte, parte natural del camino que la vida es. Comprender y no temer lo inevitable hace que la artista avance en su comprensión de la libertad y el arte. Tiene la certeza de que todo está aquí ya y no se inventa nada. Esto le hará pintar con ilusión y a veces también con pena. Sentirá, llegados sus últimos días, no poder sostener el lápiz. En sus cuadernines nos dejó hadas, pequeñas compañeras de ese camino vivido a través de la expresión artística en el papel y en el lienzo.